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“Entonces oí la voz del Señor que decía: —¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: —Aquí estoy. ¡Envíame a mí! ” (Isaías 6:8).
Cuando tenía 16 años, pasé algún tiempo en Francia. Trabajé como lavaplatos, y en ese tiempo tuve una experiencia transformadora que moldeó mi caminar con el Señor. Fue durante esos humildes momentos de servicio en la oscuridad que leí La práctica de la presencia de Dios, de Nicolas Herman (1614-1691), quien es mayormente conocido como El Hermano Lawrence. Esa lectura me cambió la vida.
En la sencillez de sus tareas diarias, El Hermano Lawrence aprendió la hermosa verdad de que la presencia de Dios no se limita a un edificio de la iglesia. No se limita tan solo a los momentos de oración formal. La presencia de Dios está con nosotros en cada momento de la vida: en el silencio, en el ruido, en lo mundano o, incluso, al lavar los platos. Dondequiera que estemos, Dios está allí.
Es que la presencia de Dios penetra nuestros corazones de una forma profunda y especial. Cuando nos encontramos con el Dios santo y vivo, comienza una obra en nosotros. Su presencia nos confronta, no para avergonzarnos, sino para hacernos más parecidos a Él. Esa presencia nos lleva a un lugar de humildad, entrega y santidad. Nos despierta a las áreas de nuestra vida en las que necesitamos rendirnos, confesar y arreglar las cosas con Dios. Es a través de este proceso de purificación que desarrollamos un corazón dispuesto a ser usado por Dios.
El rey Uzías, buscó esa presencia con gran humildad, encontrándola de una manera única y profunda. Con el tiempo, sin embargo, el orgullo comenzó a echar raíces. Uzías se volvió autosuficiente. Se olvidó de Aquel que había hecho que su reinado fuera exitoso. Dios ya no representaba ese fuego consumidor para él, sino una herramienta que podía usar para hacer avanzar su propio dominio.
Por eso, es crucial mantener el corazón humilde ante Dios. Cuando nos encontramos en Su presencia, recordamos que no somos nada sin Él; que todos nuestros logros son por Su gracia. Cuando comenzamos a menoscabar la presencia de Dios, dándola por hecho, reducimos nuestra visión de Él y corremos el riesgo de caer en la misma trampa que enfrentó Uzías. Cuanto más nos encontramos con el Dios verdadero y vivo, más debemos sentirnos impulsados a la humildad, la reverencia y un anhelo más profundo de ser utilizados solo para Su gloria.
Ojalá la presencia de Dios despierte una nueva humildad y reverencia en nosotros, para reflejar Su santidad en todo lo que hacemos.
Al entrar en la Semana Santa y acercarnos a conmemorar la crucifixión de Jesús, me encuentro reflexionando sobre cuán oscuro y pesado fue realmente ese día. Sin embargo, lo llamamos Viernes Santo. ¿Por qué? Porque, en medio de la profunda oscuridad de una dolorosa cruz y el intenso sufrimiento del Dios encarnado, se encuentra el único camino hacia la redención. Ese fatídico viernes fue esencial para dar paso a la gloriosa resurrección de nuestro Señor. ¡Nuestro dolor está entrelazado con la esperanzadora alegría de una tumba vacía el Domingo de Resurrección!
Un estudio devocional de 30 días con Mark Jobe
Como seguidores de Cristo, nuestra fe es esencial para saber quiénes somos. En Pasos Audaces tenemos como objetivo principal ayudarte a avanzar firmemente en tu caminar con Dios, paso a paso.
Es por eso que, junto a todo el equipo de Hoy en la Palabra, hemos creado Pasos Audaces con Jesús, un estudio devocional de 30 días. Con este nuevo recurso podrás conocer las perspectivas que el Dr. Mark Jobe ha desarrollado en su larga trayectoria pastoral. Además de ser el actual presidente del Instituto Bíblico Moody, Mark es anfitrión del programa de radio Pasos Audaces. Esta reflexión devocional diaria te ayudará a mantener tu mente centrada en la Palabra de Dios y tus ojos enfocados en Cristo. Confiamos que tu corazón se renueve y tu fe se fortalezca, a medida que caminamos juntos en este desafiante viaje de 30 días.